Trinidad y el Valle de los Ingenios

Trinidad, fundada en 1514 por el adelantado de la Corona Española Diego Velásquez de Cuellar, fue la tercera villa de la Isla de Cuba, y una de las primeras en el continente americano. El contexto urbano trinitario es un conjunto de edificaciones domésticas de excepcional continuidad tipológica y elevada homogeneidad constructiva y formal, de factura vernácula, matizado por una escala parcelaria de pequeña a media, donde se mezclan de forma armoniosa las construcciones tempranas del siglo XVIII, muy marcadas por las influencias andaluzas y mudéjares, con las más elaboradas versiones de los modelos del siglo XIX, espléndidos en su mestizaje de las formas neoclásicas europeas superpuestas a los esquemas espaciales tradicionales. Como parte inseparable de la ciudad, el Valle de los Ingenios, con 276 km² de extensión, expone los vestigios arqueológicos, edilicios e industriales más representativos de la producción azucarera de los siglos XVIII y XIX en Iberoamérica y el Caribe, de la vida de los ricos hacendados criollos y del régimen esclavista entonces imperante, todo ello en un visible ambiente rural. El magnífico estado de conservación de las edificaciones y del conjunto urbano de Trinidad expresan de forma fehaciente la autenticidad de sus valores. Su exclusiva topografía definió en gran medida su desarrollo urbano. La ciudad descendió sinuosamente de forma radial hasta ordenarse en un trazado ortogonal en la medida que el terreno lo permitió, dando lugar a una singular trama urbanística. En las edificaciones predomina el uso de viviendas unifamiliares, lo que evita el hacinamiento o la excesiva ocupación común a otros centros históricos, a la vez que contribuye en gran medida a mantener los ambientes interiores originales. Trinidad ha mantenido por siglos el empleo de técnicas y materiales tradicionales de construcción: morteros de cal, madera, las tejas de barro, el empedrado de sus calles. La imagen conservada de la ciudad no es solo un espectacular “escenario”, ni un seductor ambiente, es un sistema vivo y dinámico donde la urbanización, la arquitectura, los espacios interiores, las áreas públicas y su gente crean un lugar irrepetible. En el Valle persisten, en diferentes estados de conservación, vestigios de todas las antiguas haciendas. Aún pueden apreciarse viviendas, barracones y componentes de la industria; se mantiene el cultivo de la caña de azúcar como principal actividad, y el uso del ferrocarril y la red de caminos. Este paisaje cultural mantiene sin modificaciones su fisonomía original así como el uso tradicional doméstico. No existen en el conjunto alteraciones fortuitas, implantaciones o pérdidas que interrumpan o alteren la lectura de su pintoresca y popular imagen. Las zonas de crecimiento poblacional se han localizado fuera de la zona histórica, de modo que el conjunto se encuentra inalterado. El proceso histórico de degradación de los suelos en el Valle de los Ingenios, uno de los motivos de su decadencia antaño, junto a las carencias de agua, han propiciado una disminución en el cultivo de la caña de azúcar. Aun cuando la mayoría de las haciendas se encuentran en estado ruinoso, ellas, en su conjunto, presentan un alto grado de integridad, por la presencia de una buena parte de los elementos que las conforman, al igual que los atributos que le permitieron funcionar como sistema, tales como caminos, el ferrocarril y afluentes fluviales. La gestión y protección de Trinidad se inició desde 1963 con las primeras labores de restauración encaminadas a la conservación del bien. En 1979 se creó el Museo de Arquitectura de la Ciudad, con la finalidad de contar con una institución que, de forma estable, se ocupara de la gestión y protección de sus valores. Desde aquí se elaboró el Plan Director del Centro Histórico y el primer Reglamento para la protección del Centro Histórico Urbano de Trinidad y los Monumentos de su municipio, aprobado en 1982 por la Asamblea Municipal de Trinidad. En dicho Reglamento quedaron definidos los límites del Centro Histórico. En 1985, un equipo multidisciplinario concluyó el programa de trabajo “Trinidad al 2000” donde quedaron definidas las estrategias hasta ese año. En 1987, ante las complejidades de la gestión y la protección del patrimonio, las funciones del Museo de Arquitectura fueron traspasadas al Equipo Técnico de Restauración, subordinado a la Dirección Municipal de Cultura, donde varios profesionales de distintas disciplinas continuaron los trabajos de gestión y manejo del patrimonio. Tanto el Valle como Trinidad fueron declarados Monumento Nacional en 1978 y, por consiguiente, se encuentran bajo la protección jurídica de las leyes y regulaciones nacionales, que en materia de protección del patrimonio están vigentes en nuestro país.


Declarado Patrimonio Mundial en 1988.


Criterio IV:

Trinidad es uno de los ejemplos más representativos del urbanismo de los primeros asentamientos fundados en América en el siglo XVI y de su armónico crecimiento hasta la primera mitad del siglo XIX. Muestra una notable variedad de edificaciones cuya expresión transita desde lo popular y modesto hasta las variantes vernáculas más elaboradas y hasta lujosas, en las cuales se evidencia una peculiar adaptación al clima mediante patios interiores, balcones, mamparas, persianas y otros elementos propios de su arquitectura. La ciudad es un testimonio vivo del uso recurrente de las técnicas constructivas y materiales locales, como muros de mampuesto o embarrado, techos de madera protegidos por tejas de barro, revoques de cal y tierra, y demás interpretaciones populares de los elementos básicos de la arquitectura, dotándola de una fuerte unidad expresiva, con un marcado sentido del tiempo y del lugar en que fue construida. En el Valle, las Casas Haciendas, las torres campanarios, barracones, red vial, e innumerables evidencias arqueológicas son el testimonio más rico y mejor conservado del proceso agroindustrial azucarero caribeño de los siglos XVIII y XIX y del fenómeno esclavista asociado a él.

Criterio V:

Trinidad y el Valle de los Ingenios constituyen un ejemplo relevante de territorio, en el cual aparecen excepcionales cualidades arquitectónicas y urbanas y un modo de producir azúcar que sirvió de sustento y riqueza a la villa colonial, demostrando gran alcance y unicidad dentro de la región. Trinidad no solo conserva los elementos que conforman su arquitectura, sino que presenta intacta su trama urbana original, su irregular sistema de plazas y plazuelas, el empedrado original de sus calles y otros elementos de gran integración histórico-urbana. El Valle de los Ingenios es un paisaje excepcional, representativo del auge de la actividad agroindustrial azucarera dentro del sistema colonial español en América, además indicativo del desarrollo más avanzado de la producción de azúcar en esa época en el mundo y de la cruel persistencia del régimen esclavista. Aquí se ha mantenido un hábitat tradicional con arraigadas costumbres que van desde la artesanía, la música, las creencias religiosas y otras formas de vida aun vigentes.